Poesía para sanar

Hay heridas que no se ven, silencios que pesan más que las palabras y días en los que todo duele un poco más. En esos momentos, la poesía puede ser abrigo, espejo o incluso un primer paso hacia la calma. Esta selección reúne versos que hablan del dolor, sí, pero también de la resistencia, la ternura y la posibilidad de reconstruirse. Poemas que no tienen la pretensión de curar, pero sí de acompañar. Que ponen en palabras lo que muchas veces no sabemos decir.

Autor: Ana Suárez

Poema: “Ahí donde pensamos que es no es

Ahí donde pensamos que es

no es. 

La huella que seguimos no suele

ser la que hay que seguir.

La revolución nunca está en lo que

estamos viendo.

El mensaje jamás es el primero que

se piensa que es.

Lo que se lee, es signo de otra

cosa.

Lo que se ve… No está ahí

Sin embargo, la huella del río

siempre lleva al agua

y lo que no se entiende…

ahí

ahí es.

Autor: Julio Cortázar

Poema: “Restitución”

Si de tu boca no sé más que la voz

y de tus senos sólo el verde o el naranja de las blusas,

cómo jactarme de tener de ti

más que la gracia de una sombra que pasa sobre el agua.

En la memoria llevo gestos, el mohín

que tan feliz me hacía, y ese modo

de quedarte en ti misma, con el curvo

reposo de una imagen de marfil.

No es gran cosa ese todo que me queda.

Además opiniones, cóleras, teorías,

nombres de hermanos y de hermanas,

la dirección postal y telefónica,

cinco fotografías, un perfume de pelo,

una presión de manos pequeñitas donde nadie diría

que se me esconde el mundo.

Todo lo llevo sin esfuerzo, perdiéndolo de a poco.

No inventaré la inútil mentira de la perpetuidad,

mejor cruzar los puentes con las manos

llenas de ti

tirando a pedacitos mi recuerdo,

dándolos a las palomas, a los fieles

gorriones, que te coman

entre cantos y bullas y aleteos.

Autor: Natalia Litvinova

Poema: “El mar de noche es un abismo si la luna no lo toca”

Los poemas tristes

son un secreto homenaje a la alegría.

De ser posible, yo pediría nacer barco,

uno que va hacia su naufragio

y sabe que hay un iceberg para él.

Mi vida consistiría en aprender

a nadar tranquila.

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