Tres poemas de Irene Gruss

Hoy nos reunimos para explorar la voz poética de una de las figuras más singulares de la poesía argentina contemporánea: Irene Gruss. Poeta de lo íntimo y de lo cotidiano, su escritura se desliza con sobriedad y precisión, revelando lo que muchas veces pasa desapercibido. Gruss no necesita alzar la voz para incomodar o conmover: su poesía trabaja en los márgenes, donde habita lo no dicho, lo que apenas se insinúa. urbano.

Poema: Quién me quita lo bailado

 

Pido peras al olmo. Las saboreo:

son deliciosas.

He pedido gato por liebre;

me lo han dado.

Me han contado historias

libidinosas a medianoche;

gozaba, con cada palabra,

con cada gesto.

He amado la noche cuando amanecía,

amé la muerte, y soñé con la realidad.

 

Poema: XIII

Mi madre me acuna. Canta y

el aire le sale

por la boca. Inhalo

por la herida,

mi madre sabe

de estas cosas: cierra su boca,

esta forma cruel

de respirar, guardar

el alma.

Poema: Conté…

Conté con los dedos de mi mano

las veces que tuve, no las que amé.

Las yemas de los dedos

se quedaron mirándome, las líneas

de la mano rieron (¿amé

lo que tuve? ¿Quise decir

quiero un poco

de esto o de aquello,

gané, perdí semejante

generosidad?).

Ahora que me aferro

a lo que tengo -como a un poco

de nada-,

veo líneas que una burla desecha,

y lenta, tiernamente abro

el puño, dejo caer

la arena, vuelvo a tomarla

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